DE PILLAJE, LADRONES Y CATASTROFES.



Felipe Morales Rivas. Geógrafo
Centro de Estudios Críticos Urbanos
La Cruz, 9 de marzo de 2010.

Afortunadamente, los que hemos sobrevivido al terremoto y maremoto que se desencadenó en la zona central del país, hemos sido testigos de un momento en la historia inédito desde cualquier punto de vista. Que gran final tuvo la Concertación de Partidos por la Democracia, entregándole el poder a la derecha pinochetista y con los militares al mando de las ciudades más afectadas.

Al momento del terremoto me encontraba cerca de la ciudad de Temuco. Las únicas noticias que pude recibir fueron de parte de radioemisoras argentinas que de vez en cuando ofrecían información vaga sobre lo ocurrido. Luego de dos días sin información, se repuso el servicio de electricidad y fui testigo del incuestionable poder de los medios de comunicación (principalmente la televisión) para manejar a la opinión pública. ¿Quién no repudió con vehemencia los saqueos de que fueron víctimas las cadenas de supermercados, farmacias y comercio menor? Pues al parecer la jauría humana, salvaje y a estas alturas incivilizada que huía con televisores, lavadoras y lo que se cruzara por delante fue más dañina que el propio sismo. Junto a eso, agregamos una nueva palabra a nuestro vocabulario: pillaje. Tengo la sensación de que esta palabra no se usaba desde la época en que los delincuentes eran engrillados en las calles. Se sembró el miedo, el caos. La anarquía estaba en las calles y las ciudades eran tierra de nadie.

No obstante, lo que ha quedado demostrado es que los verdaderos maestros del pillaje han sido las farmacias coludidas para subir los precios de los medicamentos y las constructoras e inmobiliarias que han robado nuestros bolsillos construyendo edificios sin seguir las normas antisísmicas. En relación a la vivienda social, las constructoras abaratan costos disminuyendo la calidad de la construcción y las inmobiliarias hacen negocio comprando suelos de mala calidad para la construcción (arenales, mallines, antiguos vertederos etc.).

Si queremos buscar responsables, lo cierto es que no es solo uno. Los municipios son responsables, pues existe una Dirección de Obras (DOM) encargada de aprobar el anteproyecto y de entregar el permiso de edificación. Las constructoras e inmobiliarias también son responsables pues son las encargadas directas de la ejecución de las obras. De igual manera las EGIS son responsables pues son las encargadas de contratar las obras y de la elaboración del proyecto habitacional, y por último el SERVIU es responsable porque es el organismo estatal que revisa el proyecto de arquitectura, cálculo estructural y mecánica de suelo, y es finalmente quien aprueba la entrega de los subsidios. Esperamos que la justicia siente precedentes y que se comprueben responsabilidades por las muertes y daños materiales que no fueron provocados por el terremoto, sino por la lógica del lucro de la política habitacional.

Respecto de la respuesta ante la catástrofe, en una situación de emergencia hay que actuar con prisa y la alimentación es de primera necesidad. Hay familias que no perdieron su casa, pero sí el trabajo en el caso de que se haya cerrado la industria, restaurante, banco o peluquería, o que no se haya concretado el pago de fin de mes, lo que significa que no hay plata para parar la olla. En el caso de asentamientos rurales - en estos días altamente dependientes del trabajo en las agroindustrias - el cierre de éstas fomentará la migración hacia las ciudades intermedias contribuyendo a incrementar la marginalidad social urbana en estas ciudades.

En las ciudades más afectadas el aparato municipal y gubernamental se empeña en la centralización de la ayuda de emergencia y del acopio de alimentos sin destino claro. La forma de operar fue que los escasos y poco preparados funcionarios organizaran las salidas a terreno, se realizaran catastros de los daños y de los necesitados, se procesara la información y luego ir a entregar los alimentos resguardados con contingente policial y militar para protegerse de las ordas salvajes. Este proceso puede durar una semana si es que se realiza con prisa. Lo que ocurre es que no se confía en la capacidad de las juntas de vecinos y organizaciones sociales barriales para organizar y administrar la ayuda. En el caso de Parral, un grupo de estudiantes y pobladores logró canalizar la entrega de alimentos proveniente de Santiago de manera directa con las poblaciones “peligrosas” del sector sur de la ciudad, saltándose la burocracia e inoperancia de la FECH y del municipio, contactándose de manera directa con las juntas de vecinos, las cuales tuvieron la capacidad organizar catastros en solo un día, estándose en condiciones de entregar una canasta familiar básica sin necesidad de contar con resguardo militar en menos de tres días.

No obstante, aún falta avanzar en cuanto a organización barrial, pues los vecinos no se veían las caras desde hace bastantes años y la emergencia los hizo reunirse nuevamente para darse cuenta de la importancia de la organización. La tarea a seguir es que los dirigentes sociales y la población vean la oportunidad de construir organizaciones que trasciendan la emergencia, pues las demandas en vivienda, salud y educación continuarán.

Por último, siendo la costa pacífico de Sudamérica un territorio que se ha formado a partir de terremotos, erupciones volcánicas, maremotos y aluviones, resulta insólito que la mayoría de la población que habita esta región no sepa en que consisten, ni mucho menos saber que hacer en caso de una emergencia. No es posible que aún existan personas que crean que los terremotos se pueden predecir, o que un maremoto puede azotar a la ciudad de Parral. Lo que pasa en que se nos ha enseñado que la naturaleza nos ha dado un golpe, nos ha dejado en el suelo y que ahora debemos levantarnos y doblarle la mano a la naturaleza que se ha ensañado con los habitantes de este lugar del mundo. Si lográramos comprender que nosotros somos parte de la naturaleza, nuestros esfuerzos no estarían enfocados a luchar contra ella, sino a estar en armonía con los elementos. Este es un desafío para la educación. ¿Acaso no existe en los liceos un ramo llamado Educación Cívica? En lugar de enseñar las ventajas del sistema electoral y las formas de gobierno, los contenidos debiesen estar orientados a educar a la población respecto de las actitudes y acciones ante una catástrofe, pues sin ser geólogo ni vidente, tengo la plena convicción de que en los próximos años va a haber otro terremoto en Chile.